martes, 4 de octubre de 2011

De narrativa, Autobiografia

El tiempo pasaba frio. Eran los mese de la mitad del año, los que siempre era, en todo sentido de cosas, amplios y prolongados. Fue por ese tiempo en el que gane el concurso, los juegos florales, los gane con un par de poemas, que por ahora no vale la pena mencionar. La premiación se realizo donde siempre se realizaba, quise homenajear a Gabriela y me disfracé de ella. Quise imitar un concurso de belleza. Quise llevar una corona. Mis amigos me fueron a ver, me tiraron flores cuando caminé por la pista. Todo tenía un ambiente sano, calibrado, el aire estaba frio. Felipe había pasado a saludarme, nos reímos, lo invite a subir, pero lo suyo no son los escenarios, no son las estructuras desmontables, a nadie le dan seguridad.

El camino de vuelta de la premiación fue largo, la visita obligada a locales populares para firmar autógrafos estaba contemplada dentro del contrato de participación, nada podía hacer más que sonreír. Había otros vates con los que hablaba mientras firmaba algunos sostenes, ellos, previos ganadores, se burlaban de mi firma, la que yo, amablemente había perpetuado desde mi infancia, “JANO” con letra de niño que no había cursado la básica aun. Pero mentía, la había escrito a los 16. Uno de los vates hablaba sobre cómo después de ganar los juegos, hace unos años, lo habían llamado desde una agencia de escritores, lo citaron para que diera una charla motivacional a sus trabajadores. –una burla- arremetí, mientras soltaba el ultimo sostén, de una poeta, que hace años nos habíamos visto, tenia mas tetas que antes. Luego termine en mi hogar, no había necesidad de hablar con nadie.

-¡Tienes teléfono!

-¡Gracias!-

Al levantarme me di cuenta que mi premio había sido tomado por mi gata, la gata de mi madre, en realidad, poca justicia apoderarme de un animal ajeno. La copa la alcé con victoria, la deposite con las demás. Las otras las compré en la feria, siempre es mejor tener un pasado lustroso. “Iluminado” era el adjetivo que intentaba buscar para terminar un poema. El computador calentaba la pieza y me molestaba, era verano, casi verano, no existe la primavera, y si existe dura dos semanas. Llego el momento del tedio en la narración. Meses después de los juegos florales, me paseaba en la universidad, siempre pensando en estudiar. Pero más miraba a mis compañeros, más creía en ellos. En las tardes entraba frio por la ventana, me gusta el frio. Daniela estaba en la casa.

-Hay días fomes y fríos, y este es uno de esos días, no entiendo cómo pueden congeniar ambas cosas, como es posible que todo congenie para aburrir al ser humano, para llevarlo a esos límites done crea por aburrimiento, por el hostigamiento del tiempo, por no caer de la cama, por no poder dormir, porque suenan los huesos del abuelo, o la abuela, o quien esté a punto de morir en la casa-

-Departamento-

-Eso, como es posible- En ese momento, pensó en culpar a Dios.

-Departamento, en él, dentro de la ciudad, acomodado-

-De Poeta, de vate con suerte, de escritor ganador- Termino el día ahí.

No hay comentarios.:

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.